domingo, 30 de abril de 2017

EN EL SÉPTIMO PISO

   Allá, en lo alto del edificio se le escuchó por última vez, hablaba para sí mismo, pero de entre las palabras aleatorias que susurró, el nombre de su amada fue el que más veces se repitió. La gente decía que estaba loco y enfermo de hacía ya mucho tiempo, que no soportó que su corazón le fuese arrancado de su pecho. Allá en la altura juró que volaría hacia el lugar donde ella escondió su corazón. Luego de su vuelo, no se le volvió a ver y nadie quiso ocupar su departamento nuevamente. 

domingo, 23 de abril de 2017

LE PEDÍ A LA LUNA

   Hace setecientos treinta pasos atrás le pedí a la luna que te devolviera de tu revoloteo. En un ataque de egoísmo le supliqué que cambiases el rumbo hacia el norte y te dirigieras a mi escondite citadino. Esa noche, muy lejos de aquí la luna oyó mi ruego y con sus hilos de luz cándida amarró tus alas y te hirió para que no huyeras despavorida. De mala gana aceptaste el cobijo que se te ofreció, más tus fuerzas eran tenues. El paisaje que tus ojos ahora contemplan son los mismos de los que huiste tiempo atrás. Este ser sigue siendo el mismo que agotó tus esperanzas y que ennegreció tu trayecto iluminado. Hoy nuevamente me encuentro con la mirada fija hacia la luna y le pregunto si fue correcta esa decisión de interrumpir el curso natural de las cosas y hacerle frente al terco destino que todo lo arrebata. Aun espero esa respuesta de aquella luna silente. Hoy tu plumaje parece libre de llagas y tus alas se sienten fuertes nuevamente. Tengo miedo de la respuesta que llegue de la luna, pues muy dentro de mí hay una voz que sentencia lo que volverá a pasar, al igual que tres veranos atrás. 

miércoles, 22 de febrero de 2017

EN EL ENTREPISO

  El ayer se presentó en la vereda del frente y reveló sus cadenas de hierro que aún amarran tus alas esquivas. Su presencia recordó el estado actual de las cosas. Sin pertenecer a ningún lugar, no tener nacionalidad. Es como navegar un océano sin jurisdicción donde las leyes no se aplican y ningún ser puede clamar soberanía. Surcar el aire sin ser un ave, nadar contra la corriente sin ser un pez. Estar en esta vida sin tener certeza de existir. Estar aquí a tu lado desconociendo si es junto a ti. Tal vez este estado neutral ofrece la recompensa por aquel acto valiente pero rupturista que se ejecutó frente a nuestros ojos. Habito en ti, pero solo en la superficie, puedo recorrer la geografía que confieres, puedo depositar mi ser solo en las puertas de tu alma. Existe un acceso restringido a los pasajes de tu espíritu. De ese lugar fui desterrado mucho tiempo atrás cuando mi corazón decidió dar su último respiro. Tu alma aún clama por un pasado que no volverá y se aferra con fiereza y se blinda de todo aquel que quiera morar junto a ella. Ahí me encuentro yo, en los límites del reino de tu alma donde colindan tus parajes superficiales. Obstinada labor realizo para alcanzar un pasadizo que me lleve de vuelta al palacio de tus sentimientos y tu ser invite a mi alma a morar los salones en reconstrucción de tu corazón. Pero ese es un futuro muy optimista que el día a día se esfuerza por alejar muy a mi pesar, hoy ya no soy ajeno a ti, pero tampoco tengo un pasaporte que me conceda acceso a las profundidades de tu vida, solo puedo recorrer lo que decides mostrar, siempre cuidando de no dejar alguna llave que me permita abrir alguna puerta que no quieres que sea descubierta, al menos no por ahora.

domingo, 12 de febrero de 2017

DESTINO LACERANTE


Oh, cruel destino que atas nuestro actuar con tus lazos de púas
Mas hoy he decidido librarme de las ataduras
Oh, cruel destino ya no serás quien mi fatiga perpetúas
Mas hoy he decidido curar mis inmortales amarguras.

Se dice que tu todo lo planeas con tu guion tallado en mármol
Pobres las almas que osen desafiar las sagradas escrituras
Grandes terrores caerán sobre quienes amenacen tu control
Y las plagas serán un implacable recuerdo de tu postura.

Siempre vuelven una y otra vez tus desalmados recordatorios
En cada intento fallido por ejercer mi voluntad en este despiadado páramo
Dónde tu yugo es imperante y a nadie le parece conspiratorio
Que nuestros pasos ya estén escritos, aunque no lo queramos.

Hoy he decidido cortar tus púas y con ellas trenzaré una cuerda
Hoy he de romper tu guion de mármol y con sus restos construiré un puente
Hoy he decidido no escuchar tus recordatorios sin que la consciencia me remuerda
Hoy erigiré mi futuro desde tus ruinas, donde mi corazón esté en tregua con mi mente.

martes, 7 de febrero de 2017

AMOR MEDIOCRE Y AMOR REAL

  Hace tiempo escribí “Lo intangible y la renuncia del yo” en el que discutía los diferentes conceptos que las personas tienen respecto al amor-o al menos de lo que creen que es amor- y concluía con que la mayoría entiende amor como sinónimo al miedo a estar solo o sola. Amamos por nuestro miedo a estar solos en este mundo, que ya es bastante difícil como para recorrerlo sin alguien al lado.

  Quiero exponer aquí dos ideas sobre el amor (de pareja). Un amor mediocre y un amor real. Es importante mencionar que este escrito no pretende por ningún medio ser una apología a la recuperación de valores occidentales que promueven el amor heterosexual/patriarcal/monógamo sino más bien que puede ser aplicado a cualquier relación que establezca como parámetros mínimos el intercambio de emociones y sentimientos mutuos al mismo nivel (en un mundo ideal, claro) y/o intercambio de interacciones corporales en las que el sexo es motor de unión, siendo entre personas de cualquier género, sexo, raza o religión- sí, supongamos que vivimos en un país súper pro, en el que a nadie le sorprendería a alguien que escribiese sobre el amor entre mujeres, o entre hombres o entre personas LGTB-.

  Comencemos por el amor mediocre. Recuerdo que escribir sobre esta idea surgió luego de una conversación durante la madrugada con un grupo de personas. Una de ellas postulaba que nuestro mundo estaba así tal cual, por culpa de la falta de amor, que las grandes desgracias estaban asociadas a la carencia de amor en nuestras acciones y que el egoísmo nos tenía donde merecemos. Ahora bien, no digo que estoy muy de acuerdo con esta idea tan apocalíptica y mesiánica pero si rescato una parte de su fundamento, nosotros como seres humanos no estamos habituados a amar ni a entregarnos al otro- u otros- pues vivimos en una sociedad que nos enseña desde chicos que lo privado es sagrado, que lo que le pase al otro no es asunto nuestro, que si el otro sufre es porque se lo buscó, que si la vida es injusta para algunos es por designios extraterrenales así que está bien que exista un grupo desfavorecido por tanto este será favorecido en otro nivel espiritual, llámese después de la muerte, o en otra vida-u otro planeta-.

  Es por esto que nos acostumbramos al amor mediocre, o amor mundano, en el que solo damos en medida que somos capaces de recibir, casi como una inversión con creencias de grandes utilidades, mientras más damos, más esperamos recibir. El amor visto desde esta perspectiva se vuelve una mera transacción, casi como ir mall de compras, voy a la tienda que más me gusta y elijo el producto que más me tinca, veo el valor, decido que tengo suficiente dinero- o suficiente crédito en la tarjeta, para sacarlo a mil cuotas con intereses- me acerco a la caja y lo pago. Hago mío de esta forma algo que quería.

  El amor mediocre es también amor por conveniencia, para no arriesgarse a perderlo todo y quedar desnudo- espiritualmente, me refiero- amor por conveniencia de estabilidad o de estatus, yo creía que las relaciones o matrimonios por conveniencia pertenecían al siglo pasado, pero estaba equivocado. Estas relaciones modernas aún siguen enraizadas a estas prácticas añejas, pero con otro nombre, ingenieros se casan o pololean con ingenieras solamente, profes se mezclan solo con colegas de su magisterio, la salud suele ser el rubro con menor heterogeneidad relacional. En las universidades se dan las relaciones internas de las facultades, obvio que hay que estar muy loco para mezclarse con la chusma de otras facultades, sobre todo la chusma de las humanidades o la pedagogía. Esta faceta del amor, no sigue lo que dictan los sentimientos, sino lo que dicta el status quo. Pero no es solamente la homogeneidad en las relaciones, sino que también la conformidad y la comodidad de mantenerse en la zona de confort la que hace que el amor mediocre sea pan de cada día.

  Visto así, el amor es tan masivo como el Wi-Fi. Está en todas partes, cafeterías, restaurants, malls, cines y aeropuertos, pero siempre y cuando tu consumas o compres algo tienes derecho a la contraseña y, en muchos casos, a una navegación limitada por el tiempo de estadía. Es muy poco común encontrar lugares en el que el Wi-Fi sea gratis, ilimitado y sin contraseñas de acceso, como también es difícil encontrar personas capaces de amar sin condiciones, sin peros, sin esperar algo a cambio.

  El otro amor, en contraparte al amor mediocre, es el amor real. Tan difícil de encontrar casi como el de encontrar un dinosaurio vivo en el siglo XXI. Todos hemos leído de la existencia de los dinosaurios y habría que ser muy gil para desconocer su veracidad científica. Pero solo leemos sobre los dinosaurios, vemos fotos de “como fueron”, donde habitaban y sus características, al igual que el amor real, sabemos en teoría lo que es, pero no lo podemos ver hoy.

  Amar realmente significa- en mi muy humilde opinión y espero no estar tan influenciado por mi formación en una universidad jesuita siendo una persona no creyente en la existencia de un ser superior- es entregarse por completo a ese otro u otra que comparte sus momentos contigo, sin esperar nada a cambio, dar por el simple hecho de generar una sonrisa o un buen día. Amar así es como enseñar a alguien a pescar, le ayudas a conseguir la caña, el hilo, el cebo y el azuelo, le muestras como se pesca, compartes horas con ese alguien en espera de que algún pez muerda el anzuelo y cocinan juntos ese pescado, consciente de que a ti no te gusta el pescado, no digo que lo comes, sino que estás ahí para disfrutar cada momento por el simple hecho de entregar tu tiempo.

  En este tipo de amor, agradeces las cosas simples de la vida y los momentos entregados en su compañía. Nada es una transacción, nada ocurre esperando una consecuencia, no existen jaulas, solo un campo extenso para abrir las alas y volar en el momento indicado hacia la migración.

sábado, 21 de enero de 2017

EL ENCUENTRO

   Olivia llevaba 2 años sin ver a Jenaro. Se encontraron por casualidad en una cafetería del centro de la ciudad. Olivia siempre se sentaba y leía un libro mientras escrutaba las caras de los extraños al pasar por la ventana junto a su silla. El mesero conocía sus gustos, 2 cucharadas de azúcar y el café bien cargado. Olivia se hizo adicta al café para poder mantenerse despierta durante el día por culpa de sus noches de vigilia. Cada noche, la oscuridad le susurraba al oído y le decía cosas que ella no quería escuchar. Ya le bastaba el desprecio que le regaló Jenaro durante este tiempo sin estar juntos. Cuando terminaba su café fue cuando lo vio entrar, se acercó al mesón y pidió un expreso y luego se sentó en el otro extremo sin notar su presencia.
El corazón le estalló, quería ponerse de pie, enfrentarlo y enrostrarle todo el daño que había sufrido por culpa de su partida. Olivia se levantó lentamente y dejó el libro sobre la mesa. Comenzó a caminar hacia donde estaba Jenaro. En su cabeza las ideas iban y venían a velocidades desiguales. – Me abandonaste cuando más te necesitaba. Te fuiste sin ninguna explicación. Me dijiste que fue por mi propio bien. Prometiste nunca hacerme daño – Pensó en decirle mientras cruzaba el mesón. El amor no siempre florece con múltiples colores. A veces es culpa de la lluvia que inunda el macetero. Otras veces es culpa del sol que quema los pétalos y algunas veces, es culpa de un corazón fugaz que arranca esas hermosas flores para regalarlas a una complacencia pasajera. Olivia recordó entonces las últimas palabras de Jenaro: Se me acabó el amor. Ya no siento nada por ti. ¿Cómo puede acabarse el amor? Entonces el amor no podía medirse ni cuantificarse pues al ser una cifra esta debiese ser infinita. ¿Será que el amor vive? Y que al vivir tendría que inevitablemente morir como todo ser vivo.
Olivia cruzó el último pasillo y entonces Jenaro notó su presencia. Sus intensos ojos pardo y su pelo ondulado aún lucían igual de resplandecientes que aquel día de su despedida. Olivia notó la sorpresa en la mirada de Jenaro y aceleró el paso. - Seré honesta y le diré que lo odio por lo que me hizo, yo no me merezco nada de esto, no soy un objeto que se puede desechar, así como así. Nunca lo podré perdonar por más que me lo pida. Mi orgullo es más importante que todo lo que pueda sentir por él. Si bien lo amo y nunca he dejado de hacerlo, esta rabia que llevo dentro nunca se irá -. Siguió con la línea de pensamientos atolondrados en su cabeza mientras se acercaba a la mesa de Jenaro. Él, al verla frente suyo la saludó con la casualidad tan típica de su persona.

-    Hola. Tanto tiempo sin verte. ¿cómo has estado? –
-    Eh… bien, de maravillas. Y tú ¿cómo estás? –
-    Estupendo, decidí pasar a tomarme un café antes de ir al trabajo. –
-    ¿Aún sigues en la oficina de abogados? –
-    Si, ahora estoy a cargo de una firma bien importante. Y tú, ¿aún sigues en el banco? –
-    Renuncié, quise recorrer el mundo por mi cuenta y viajar para conocer muchas culturas y personas –

Olivia mintió ya que no le enorgullecía seguir en la misma oficina encerrada todo el día y mucho menos tenía intenciones de revelarle a Jenaro que después de él, no se atrevió a viajar sola porque guardaba la esperanza de que el volviera y decidieran volar juntos como solían hacerlo antes. Que le aterraba frecuentar los lugares que eran mutuos porque estos le traían recuerdos aún dolorosos para su alma herida.

-    Me parece fantástico que siguieras viajando, y más aún sola, siempre supe que eras una mujer muy valiente y aventurera. –
-    Si, ese tipo de mujer soy yo. –

Entonces el celular de Jenaro sonó y él contestó. Era su nueva novia. Entonces Olivia no pudo disimular el anillo dorado que Jenaro portaba cual caballero andante.

-    Disculpa, era Mónica, mi novia, me avisó que llegaría un poco más tarde a reunirse conmigo aquí. –
-    ¿Ella viene acá? -  preguntó con un tono que quiso ser pausado pero que repicó ansioso.
-    Sí. Me pidió que nos reuniéramos acá porque su cafetería favorita estaba en remodelación.
-    Me alegro saber que estas feliz y con alguien – mintió de improvisto sin pensarlo.
-    Gracias. No esperaba menos de tu parte. –
-    Disculpa, pero me tengo que ir, me alegró mucho verte, espero que disfrutes tu desayuno con Mónica, debe ser una mujer muy inteligente y atractiva. –
-    Gracias, lo es. Es una persona trascendental en mi vida. Espero tú también estés bien. –
-    Lo estoy, mejor no puedo estar. – Olivia volvió a mentir descaradamente.

Dio la media vuelta, cogió su libro y escapó lo más rápido posible sin dejar ver su rostro por el que se deslizaba una lágrima cruel. Ese día Olivia no tuvo el coraje para decir lo que sentía ni tampoco pudo recordar nuevamente las razones que hicieron que odiara tanto a Jenaro sino que, muy a pesar, ese encuentro fue como una lluvia que se lleva toda suciedad y renueva los jardines con flores multicolores. Esa lluvia hizo que olvidara el rencor y que una semilla de esperanza se alojara en su corazón. Su cerebro le decía que se equivocaba completamente, su racionalidad le enrostraba los hechos, pero Olivia fiel a su porfía, solo escuchó a su corazón y día a día regó la semilla de su esperanza con la ilusión de que Jenaro volvería a sus brazos y se diera cuenta de que ella era su complemento perfecto. 

martes, 10 de enero de 2017

TEMPORAL

    Los vendajes que cubren tus heridas y la amargura que tensa tu voz son estaciones en las que solo estaremos un par de días. Nos encontramos en el andén mientras esperabas abordar el próximo tren hacia la colorida ciudad del mañana. Te ofrecí unas palabras y no pude más que notar las llagas en tus alas. Me dijiste que atravesaste 3 continentes en tu vuelo incansable y que en una ciudad antigua un turista laceró tu plumaje porque te quiso retener en su jaula mortal. Aquel turista te invitó a esa antigua ciudad con la promesa de un jardín lleno de robles, abedules, castaños y cipreses donde pudieses posar tus ilusiones aladas. Sin embargo, apenas le diste el sí, mostró su trampa y te encerró contra tu voluntad. Me comentaste que estuviste cautiva casi por un año, y que hasta la costumbre casi te convenció de que esa jaula era lo mejor para ti. Tu plumaje se hizo débil y tus músculos olvidaron lo que era sentir el aire acariciando tus mejillas. Hoy, estamos sentados uno al lado del otro, tú, recordando el viaje que lastimó tu joven alma y yo, intentando sanar tus alas para que, al llegar el próximo tren, vueles hacia adelante como siempre. Yo me quedaré en esta estación con los recuerdos haciéndome compañía. Inmóvil e incapaz de volver a emprender el vuelo por miedo a los cazadores que puedan aparecer en las ciudades que visite.

jueves, 5 de enero de 2017

EN CERO

 Aún recuerdo nuestro mediodía cuando revoloteábamos en la orilla del mar y nos contábamos historias de vidas pasadas. Era mediodía y nos tomamos un café en el terminal de buses y seguimos con la plática interminable. Confesaste que huías del ayer y que el presente era tu guarida y escondite junto a mí. Eran las cinco de la tarde y me dijiste que debías regresar, que tu burbuja de felicidad estaba por desaparecer porque la realidad siempre volvía una y otra vez a tu puerta. Juntos cruzamos la frontera de la fantasía e ingresamos al mundo real con nuestro pasaporte de libre tránsito. Alrededor de las 8, justo cuando el atardecer se presentaba a nuestros pies, unas palabras de agobio flotaron de tus labios temblorosos. Mis oídos fueron cual puerto a esas errantes frases que zarparon de entre tus dientes y no pude más que reconocer el poco tiempo que nos quedaba de luz y de oxígeno. La medianoche llegó sin ser invitada y nos recibió en su gélido umbral, mas tu ni yo llevamos abrigo. Aún recuerdo cuando el sol estaba muy alto en el cielo y teníamos montones de historias que escribir, sin embargo, ahora luego de la medianoche, ya no quedan historias por ser contadas, ya no quedan páginas por llenar, la pluma que plasmaba nuestro camino se quedó sin tinta, ya no hay cafés que nos brinden calor como esa tarde de julio, nuestros pasaportes expiraron y no podemos cruzar hacia los parajes de nuestra burbuja escapatoria, este libro que se escribía solo se quedó sin páginas en blanco, estamos en cero al igual que esta historia antes de ti.

martes, 3 de enero de 2017

A DESTIEMPO

  Nuestro hoy fue ayer y el tiempo voló sin que lo pudiésemos controlar. Por más que apuré el paso, no pude seguir el mismo ritmo de tus latidos, mi pulso siempre fue más lento que el tuyo. Me dijiste que llegué un par de años atrasado a tu vida y yo solo atiné a decir lo siento. Vivir un segundo atrás en esta ajetreada vida, caminar a un metro de los demás sin encontrar un camino claro. Mis palabras viajaron con parsimonia a tus oídos y no estaban en la puerta de desembarque para ese vuelo al mañana. Estas líneas intentan acortar esa distancia de tiempo que hay entre tú y yo hoy, estas palabras son un reloj que manejo a mi voluntad, que se acelera o se retrasa a mi favor, quizá es la única herramienta que me queda en esta carrera a destiempo que iniciamos hace un par de otoños atrás.

viernes, 30 de diciembre de 2016

MARCHA DEL DESCONSUELO MATUTINO

 Allá lejos se ve una estampida de espíritus que peregrinan. Todos habían sido desterrados por la muerte y enviados a deambular cada primer día de la semana hacia los túneles de aquel cementerio sobre ataúdes grupales rodantes. Si observas atentamente sus pálidas caras, puedes ver los lamentos contenidos en sus miradas perdidas y esquivas entre sí. Una vez me tropecé con uno de estos seres y sentí su gélido andar entre las estaciones y no pude hacer más que ofrecerle una sincera sonrisa a aquel ente con la esperanza de que desertara del limbo en el que se encontraba.